miércoles, 5 de enero de 2011

OUT-TAKES: reseñas 2010 (parte 1)

En el momento exacto en que aparecen reptando las serpientes del verano, este blog abre sus arcas inéditas del 2010. Aunque torpemente velado, es un típico racconto periodístico. En este caso, se trata de una gran cantidad de reseñas publicadas por Graziano a lo largo y ancho del año, mayormente en las páginas de G7. Por algunas razones válidas (pudor, omisión o -liso y llano- sentido común) buena parte de estos textos fueron evitados por quien suscribe. Hasta hoy. Aquí están, en tres partes y orden cronológico.
LONDON CALLING (30th ANIVERSARY EDITION) / THE CLASH
SONY
Los muchachos que hacían la cola del dole (subsidio de desempleo) y, sin saberlo, estaban incubando el huevo del punk, compartían los barrios marginales de Londres con los inmigrantes antillanos. La música de aquella comunidad negra era el reggae, una banda sonora con un importante componente político. Pero no fueron los Sex Pistols los que abrazaron esa cultura: su mirada nihilista se desentendía de casi todo. The Clash hizo contacto no sólo porque atendía consignas políticas, sino porque atisbaban una salida que los Pistols no veían. Para The Clash sí había futuro, pero había que luchar por él. London Calling es el testimonio vital de ese encuentro, y el documental de Don Letts (incluido en el DVD de esta edición) lo reconstruye con detalles. Allí está el génesis de canciones brillantes como “Guns of Brixton”, el poder de la banda en vivo y la frescura del trabajo en el estudio. Gestado en los comienzos de la Era Thatcher, Strummer y compañía tenían urgencia por decir. Por eso el disco es honesto y visceral, pero también es divertido y se puede bailar con el puño en alto. Es fundamental para entender su tiempo, pero vive más allá de él. De esa materia están hechos los clásicos.
Martín E. Graziano
CONTRA / VAMPIRE WEEKEND
XL RECORDINGS
Los Vampire Weekend son el mejor ejemplo de la Era Internet. Fueron tan rápido que antes de editar su primer disco, ya habían dejado de ser The Next Big Thing. Esta vez, el cuarteto de NY entrega Contra, una continuación natural de su predecesor. Y, todo parece indicar, un gran disco: son inventivos en los arreglos, tienen algunos hallazgos letrísticos y, como hicieran los Talking Heads, hasta incorporan elementos africanos a su pop con pulso new wave. Cada elemento del paisaje sonoro, está puesto allí para llevar a buen puerto la canción. Esa economía es muy sabia, y no es otra cosa que la mejor enseñanza del pop británico en la tradición Beatles/Kinks/Zombies. Justamente, la verdad es que los Vampire Weekend darían todo por ser ingleses. Y ese es su principal problema, porque nunca lo serán, ni lo necesitan para hacer arte verdadero. Así, estos muchachos bienpensantes del college americano, terminan siendo indies fascinados con su propia sofisticación. La sensación, al final de Contra, es la de un viaje correcto con el estómago vacío. Un turista del primer mundo en África, la India o Argentina, que no puede esperar volver, contar su revelación espiritual y colgar el souvenir en la pared.
Martín E. Graziano

IRM / CHARLOTTE GAINSBOURG
WARNER
Ya le había pasado a Björk. Parece que ponerse bajo las órdenes de Lars Von Trier es una experiencia honda y compleja. Así que después de su protagónico en Antichrist -último film del danés-, Charlotte volvió con un disco hacia adentro. Pero algo más pasó en el medio. Haciendo esquí acuático, sufrió un accidente que comprometió su cerebro. Después de una cirugía, se sometió a resonancia magnética para comprobar si todo estaba ok. Ahí está el IRM del título, Imagen por Resonancia Magnética. Es una metáfora aséptica, útil para preguntarse algunas cosas: “¿podés ver un recuerdo? ¿Registrar todos mis miedos en un organigrama?”, dice. Como copiloto para este viaje eligió a Beck, que se hizo cargo de la producción, las músicas y hasta co-escribió buena parte de las letras. El dúo encuentra su síntesis en “Le chat du café des artistas”, donde se condensan los hallazgos más genuinos de Beck con el linaje de la chanteuse. Y hablar de linaje, en este caso, no es en vano. La chica tuvo que crecer con el legado del gran provocador de la música francesa, su padre Serge Gainsbourg. Como las películas de Bergman, casi todo gira sobre lo que hacemos o dejamos de hacer por nuestros padres. Esta, quizás, no sea la excepción.
Martín E. Graziano

MERRIWEATHER POST PAVILION / ANIMAL COLLECTIVE
BINGO! RECORDS
La buena noticia no es que se editó en el país uno de los discos favoritos de la prensa especializada durante 2009. Lo genial es que, a diferencia de tantos hypes, la música de Animal Collective no es un invento. El grupo es la unión espontanea de cuatro amigos de Baltimore. Por un lado, la dupla técnica que integran Deakin y The Geologist. Por el otro, dos songwriters de pop sofisticado: Dave Portner y Noah Lennox, los hombres detrás de proyectos como Avey Tare y Panda Bear. El resultado es extraño, pero familiar. Portner y Lennox son herederos del linaje psicodélico americano, esa red imaginaria que une a los Beach Boys con los Flaming Lips. Por esa razón, si bien no pueden evitar hacer canciones, tampoco te la van a hacer fácil. Hay estribillos y armonías vocales, pero también ritmos mántricos y una orquestación envolvente, hecha de sonidos orgánicos, digitales y corrompidos. Es, acaso, la música que haría el improbable hijo de Brian Wilson y Björk. Merriweather post pavilion, su octavo disco, encuentra la propuesta a punto caramelo. Es una excelente puerta de entrada porque es su disco más accesible y, también, el mejor. William Burroughs decía que algo era experimental si el experimento salía mal. Bueno, esto no es experimental.
Martín E. Graziano
AMAPOLA DEL 66 / DIVIDIDOS
LA CALANDRIA
En música, un estilista no es un asesor de imagen. Es alguien que apuesta a hacer cada vez mejor lo que sabe hacer. Tiene cierto folklore artesanal, como una señora que cocina empanadas para sus hijos. Bueno, Mollo y Arnedo son dos estilistas. Su hard rock de pulso funk y raíz telúrica cada vez suena mejor. Cada vez cantan y tocan mejor. Desde luego, esto no significa necesariamente más rápido o más fuerte: significa más liviano y profundo. En principio, Amapola del 66 es eso. Son canciones destiladas a lo largo de siete años, con la construcción de La Calandria, el estudio y refugio espiritual de la banda. El disco abre con un sonido valvular que es una patada al pecho. Es verdad, la aplanadora siempre es disfrutable: hasta que agobia. Por eso, los momentos que trascienden son los pequeños corrimientos: por ejemplo, el violín de Peteco Carabajal en “La flor azul”, la entrada del kazoo en “Jujuy”, el blues achacarerado de “Caminando”. Y, sobre todo, la inquietante “Avanzando retroceden”, con la voz del bajista. Amapola del 66es una ratificación de la identidad y, al mismo tiempo, parece cuestionar cierta idea de evolución. Como si dijeran “aggiornar no es progresar, es maquillar”. En el medio sigue, imperturbable, la sociedad de Mollo y Arnedo. Más enigmática que todos los templarios, rosacruces y masones juntos.
Martín E. Graziano

CONGRATULATIONS / MGMT
SONY MUSIC
Aquello que empezó como la celebración del dúo disparatado que integraban Ben Goldwasser y Andrew Van Wyngarden, fue decantando. Ahora se trata de una verdadera banda, con guitarras, teclados, bajo, batería y esas cosas. Sin embargo, la discográfica no puede descansar tranquila: la orquesta en que se convirtió MGMT es un ensamble ajustado pero imprevisible que les entregó un disco tirando a invendible. Al menos en estos tiempos. Congratulations es tan esquizofrénico como el primer Pink Floyd, ese donde Syd Barret gustaba barrenar en ácido. Pero su psicodelia no es tan común. Es extraña porque, por momentos, se pone verdaderamente urgente. Y digan la verdad, ¿donde vieron a un fumado con apuro? El sucesor del exitoso Oracular Spectacular es, por lo menos, una movida arriesgada. A las armonías vocales y el imaginario tipo Peter-Pan-en-la-discoteca, le suman colores acústicos y desmesura. Más allá de la falta de foco, es un alivio saber que hay muchachos a los que aún les interesa hacer y escuchar música y no sólo almacenarla. Y la paradoja se revela desde el comienzo, cuando entendemos que detrás de una tapa horrible también puede haber una música hermosa. Congratulations, MGMT.
Martín E. Graziano

AMERICAN RECORDINGS VI: AIN’T NO GRAVE / JOHNNY CASH
LOST HIGHWAY RECORDS

Se sabe. La relación entre Cash y Rick Rubin fue un diamante. Acaso una de las más valiosas de la música popular. Cash estaba achanchado, viviendo de su propia leyenda, cuando apareció el productor de la gran barba. Rubin no sólo lo despojó y fue directo al hueso, sino que lo acercó a toda una generación de compositores. El resultado fueron estos American Recordings, que ahora llegan a su sexta entrega. Grabado durante sus últimos días, el disco se mete con viejas glorias del folk (Kris Kristofferson, Bob Nolan), un tradicional hawaiano y hasta una pieza de Sheryl Crow. En las manos ásperas de Cash, todo se convierte en oro negro. En canciones de redención. Para el blues elegiaco que abre el disco, Rubin utiliza como percusión el andar arrastrado de pasos con grilletes. El efecto de esos pies encadenados, dialogando con la voz de Cash (cantando “no hay tumba que pueda mantenerme bajo tierra”), resulta espeluznante. Como El señor de los anillos, la saga de Johnny Cash y Rick Rubin parecía no tener fin. Sin embargo, todo parece indicar que este es el último aliento. Por eso, después de la imagen crepuscular de los volúmenes anteriores, tiene algo de poesía que, desde la tapa, ahora sonría el niño Cash. Buen viaje, amigo.
Martín E. Graziano

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