viernes, 18 de septiembre de 2009

RESEÑA: Cosas de Tomi

En el número de agosto de la revista platense La Pulseada, se publicó esta reseña. Es sobre el segundo disco de Tomás Lebrero. Y como es usual por aquí, la firma Graziano.

TOMI LEBRERO & EL PUCHERO MISTERIOSO: Cosas de Tomi
Quizás alguno recuerde a Lebrero detrás de la hilera de bandoneones de la Orquesta Fernández Fierro. Ese muchacho inquieto y barbado ya estaba dispuesto a dar un salto como cantautor. Y lo hizo. El primer paso fue formar su propio ensamble acústico para tocar sus composiciones. Así nació el Puchero Misterioso, que en su primer disco hizo un relevo del tango, la milonga y la murga con cierta actitud humorística que, por suerte, no derivaba en una ironía posmoderna. Cosas de Tomi es el sucesor y, si bien en apariencia puede parecer una prolongación, el motor y la perspectiva son muy otros. Por delante de los estilos, Lebrero esta vez ubica la canción. Así otorga profundidad y, en definitiva, comienza a delinear una personalidad artística propia. A lo largo de la primera mitad del disco -registrada en un campo de Dolores-, el Puchero Misterioso luce su particular sentido del swing milonguero con Tomi apoyado en la voz preciosista de Analía Sirio. Por allí está la balada “Siete días” y el rasguido doble “Gualeguay”, que arrima una saludable y bellísima señal nueva. Luego el disco se traslada artística y logísticamente hacia Tilcara, y las formaciones que interpretan se vuelven más espontáneas. El espíritu lúdico y trashumante que se insinuaba, hegemoniza esta parte del trayecto. No sorprende demasiado entonces la elección de una pieza tradicional del Perú (“Ayahuasquico”) para versionar, o que adapte a Macedonio Fernández para ponerle letra a “Menos palabras”. La desopilante “Chacarera de Fellini”, en ese sentido, es cosa seria. Finalmente, la mueca de humor que subyace es vital para entender el universo que Lebrero puebla en Cosas de Tomi, pero no es lo único ni es suficiente. Con coraje, vuelo y un gran bagaje musical, el disco es un registro honesto de lo que hoy significa tener alrededor de 30 años, no haber perdido las esperanzas y haber nacido en esta parte del mundo.
Martín E. Graziano

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